sábado, 19 de octubre de 2013

La infancia recuperada, Fernando Savater

Poco agradable tengo que decir de este libro. En primer lugar, su pedantería. Hablamos de párrafos de más de una y dos páginas, llenos de florituras demasiado florales a mi parecer, y eso sin contar la increíblemente pesada y densa introducción, que merece elogio aparte. 

Entiendo que este señor es filósofo, pero lo que no entiendo es la pervivencia de este libro, porque es un truño allá donde los haya. Como ya he comentado, es denso, pesado, lleno de grandilocuentes metáforas y otros tropos que, ciertamente, a mi modo de ver, sobran del todo.

De hecho se puede contar lo mismo sin tanto bombo y platillo, y lo que quizá sea un libro solo al alcance de unos pocos -a mi se me escapa como el 80% de la metafórica trópica, podría haber tenido, incluso, mayor alcance.

Desde luego que el autor, de crío, no sería capaz de tanto bomborrio y platillorrio, tanto canto de sirena… con contenido, eso sí. Ya solo faltaría que encima fueran palabras huecas, que no lo son.

Sinceramente, el libro no vale los 10 euros que he pagado por él, ni siquiera 5. Menos mal que es corto, que si no…

***

Por cierto, pillado en un error garrafal… Al menos eso creo. Cito (Capítulo 6, El pirata de Mompracem):

 

… Sandokán en su plenitud vital a bordo de El rey del mar está fechada en 1868,… ,mientras que el acmé de Nemo debe situarse en las primeras dos décadas del siglo XX…

 

Luego remonta a que Nemo es el hijo de Sandokán, pero tan sólo hay que leer la primera línea de Veinte mil leguas de viaje submarino para darse cuenta de que “El año 1866 quedó marcado…”.

domingo, 13 de octubre de 2013

Jubera 08: Un descubrimiento prodigioso

Resulta evidente para cualquiera que haya leído a Verne con cierta atención cómo esta novela no respira igual. No es Verne, ni de lejos. Demasiada carga e introspección social, demasiado detenerse en el detalle no geográfico o científico.
Aparte de eso resulta un poco incomprensible, e incluso da la impresión de que está cortada. 
Yo tenía una edición de la que no me fiaba y hacía bien. Creo que le faltan un par de capítulos (los más sociales) y me daba la impresión que carecía de algo o que no era Verne. 
Ahora que he leído esta versión estoy completamente seguro: no lo es. No porque ya se sepa de forma oficial (desde los años 60 del siglo pasado), sino porque, una vez leída, resulta más que evidente que no es de Verne, por mucho que le pese a más de un trasnochado que sigue citándola como si nada. O bien no se entera o bien no se quiere enterar.
Tanto da.
En ella alguien descubre una especie de “repelente de gravedad” (¿Recuerdan la cavorita de Wells?) al modificar el fluido eléctrico y decide comunicarlo al mundo de forma progresiva para evitar que los gobiernos abusen del descubrimiento. Primero cita a la gente en el centro de París y se pasea, con nada más que su ropa, por los aires.
Después construye una especie de nave y primero hace un viaje en vacío y luego con algunos pasajeros, para finalmente construir un buque con quinientas plazas, que embarcan y se dirigen a realizar una vuelta por el mundo.
Los últimos párrafos describen una carta escrita por un loco a un periódico que no existe, dejando todo el texto anterior como un sueño onírico.
Aparte de la confusión evidente, que deja a uno un poco descolocado por un final tan poco  verniano, queda claro que la novela no es de nuestro autor.
En fin, recogida en un fascículo de 36 páginas, con los grabados típicos de las obras de Verne, queda como una curiosidad sin más y forma parte del número 8 de la colección y cierra el Tomo 1 de los 14 que conforman la edición de Jubera.

jueves, 10 de octubre de 2013

Jubera 06, 07: El viaje a la luna

Junto aquí las dos novelas que se siguen pero que fueron publicadas de forma independiente y con algunos años de diferencia, pero que Jubera reúne una seguida de la otra porque se desarrollan casi sin solución de continuidad.
Hablamos, claro está, de De la Tierra a la Luna y de Alrededor de la Luna. La fecha exacta del desarrollo de la historia no viene indicada en el texto, pero tan solo habría que mirar un programa astronómico para buscar el máximo perigeo lunar de esa década. Seguro que a mediados o finales de la misma, porque la acción se lleva a cabo una vez finalizada la Guerra Civil Norteamericana, lo que nos da una continuidad más o menos histórica de todas las novelas de Verne (leer entradas anteriores sobre Jubera).
Estos dos volúmenes ya tienen casi la organización de ilustraciones típica de toda la edición, a saber: dos páginas opuestas con ilustración, tres sin ellas, una con ilustración, y cuatro más sin grabado, para volver a repetir. 
Todas las ilustraciones poseen ya el tamaño habitual y la calidad de la impresión está dentro de lo normal en la colección.
Al leer estas dos novelas, no recuerdo en cuál, queda claro que algunos de los errores detectados (y que cito en entradas anteriores) son verdaderas faltas de ortografía, porque aparece la misma palabra primero con b y luego con v, separadas por un párrafo.
Otra curiosidad de estas dos novelas es la forma de llamar a las Montañas Rocosas, que les asigna el nombre de Montañas Pedregosas. Pensando que podía ser un error por desconocimiento del traductor, resulta que el nombre aparece como tal en varias obras de la época. Es decir, allá por finales del XIX y principios del XX, a las Rocosas se les llamaba Pedregosas. Qué cosas.

lunes, 7 de octubre de 2013

El último trayecto de Horacio Dos,

Novela de ciencia ficción que quiere ser de humor pero se queda en una soberana imbecilidad sin sentido alguno, y de hecho son muy pocas, pero que muy pocas, las escenas o frases que te ponen una triste sonrisa en la boca.
Si todas las novelas de este género del autor son iguales (me vienen a las meninges las de Wurt), no valen ni el tiempo que se tomó en escribirlas.
Un comandante medio tonto está llevando a una serie de presos y fulanas en un viaje sin mucho sentido. Tienen que visitar una serie de estaciones espaciales por necesidad, y se ven envueltos en aventuras asaz estúpidas.

Jubera 05: Grant

Siguiendo con el orden cronológico, esta novela lleva a cabo su acción entre 1864 y 1865 y la forman tres cuadernillos que en mi caso se encuentran en relativo buen estado, ocupando entre los tres 240 páginas, que son unas 600 o así de un libro normal.

Cada cuadernillo se corresponde con una parte, con el tercero con algunas menos páginas. Tampoco los grabados recuperan el ritmo habitual de PPIIPPPI en donde P es página sólo de texto e I con ilustración, que será habitual -al menos hasta donde sospecho- a partir del segundo tomo, que comienza con Veinte mil leguas de viaje submarino, segunda parte de la trilogía compuesta por el Grant, el Nemo y el Cirus Smith

Ha sido en esta enésima relectura en donde me he dado cuenta de una cosa curiosa respecto al Grant, y es que la calidad de la novela va descendiendo poco a poco y, salvo la huída de los salvajes en Nueva Zelanda, se nota, y mucho, toda la paja que el autor ha introducido en la novela, sobre todo en la tercera parte, con capítulos dedicados por entero a la historia del país y que nada tienen que ver con la historia en sí. 

Virginia Edition, o cómo leer las obras completas de un autor (VIII): Expanded Universe (31)

Este es el libro más infumable de los publicados por el autor en vida. Incluso podríamos decir que lo es de toda la producción literaria de ...